La pérdida de la presidencia de la Comisión Bicameral de Inteligencia significa un golpe duro para el Gobierno, que intentó sin éxito colocar a Edgardo Kuieder en ese puesto.
El senador Martín Lousteau, de la Unión Cívica Radical (UCR), logró un importante triunfo político al quedarse con la presidencia de la Comisión Bicameral de Inteligencia, un golpe significativo para el oficialismo. La comisión, clave por su capacidad para auditar los gastos de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), fue un objetivo crucial para el Gobierno, que intentó sin éxito colocar a Edgardo Kueider en ese puesto.
La elección de Lousteau contó con el apoyo inesperado del kirchnerismo, que decidió respaldarlo frente a la falta de posibilidades de proponer un candidato propio. Esta alianza permitió que el radicalismo, a través de Lousteau, obtuviera un lugar estratégico en la oposición, fortaleciendo su postura crítica frente a medidas impulsadas por la Casa Rosada, como el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que destinó 100 mil millones de pesos a la SIDE para gastos reservados.
La conformación de la comisión estuvo marcada por desacuerdos y vetos cruzados entre las distintas facciones políticas. Mientras el Gobierno apoyaba a Kueider, otros sectores del PRO y La Libertad Avanza (LLA), espcefícamente Patria Bullrich y Victoria Villarruel, impulsaban a Martín Goerling. Finalmente, Lousteau, junto a su compañera Coletta de la línea Evolución de la UCR, logró imponerse, consolidando su rol opositor.
La Comisión Bicameral quedó integrada por 14 miembros, siete de la Cámara de Senadores y siete de Diputados: seis son kirchneristas (Germán Martínez, Paula Penacca, Oscar Parrilli, Eduardo De Pedro, Leopoldo Moreau y Florencia López), dos radicales (Coletta y Lousteau) y tres del PRO (Goerling, Cristian Ritondo y Elizabeth Terenzi).
El apoyo del kirchnerismo a Lousteau se dio en un contexto donde no contaban con opciones viables propias y vieron en él una oportunidad para marcar distancia del oficialismo. Por su parte, el Gobierno justificó la asignación de los fondos reservados a la SIDE, argumentando que se destinarán a la compra de tecnología y equipamiento necesario tras la reciente reestructuración de la agencia. Sin embargo, esta medida es motivo de controversia y críticas, especialmente desde sectores que desconfían del manejo de estos recursos en un contexto de profunda crisis económica.